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¿Qué es la vitamina D?

Son varias las estructuras químicas que están englobadas en el nombre de “vitamina D”, siendo las de mayor interés la vitamina D3 (colecalciferol) y la D2 (ergocalciferol) que es de origen vegetal. La D3 es la que encontramos en mayor cantidad en nuestro organismo y la obtenemos de la dieta ó por síntesis en la epidermis y de forma minoritaria en la dermis por acción de los rayos ultravioleta sobre una molécula derivada del colesterol. Las células del hígado captan la vitamina D de la dieta y de síntesis interna y comienza a transformarla en su forma con actividad (transformación que se finalizará en el riñón) ó la almacena en tejido graso y en músculo minoritariamente (aunque la mayor cantidad de vitamina D en el cuerpo se encuentra en el plasma).

Respecto a la dieta destacar que la vitamina D es una vitamina lipófila, es decir, de naturaleza grasa. Esto tiene su importancia dado el creciente uso de productos para perder peso evitando la absorción de grasas ó parafinas y otros productos de origen graso para evitar el estreñimiento que si no se utilizan correctamente pueden comprometer la absorción de la vitamina D y dicho sea de paso otras también de origen graso como son las vitaminas A, E y K.

Por descontado la vitamina D se consume en el organismo para múltiples funciones y se elimina fundamentalmente por la bilis. Por todo ello es fundamental procurar un aporta adecuado.

¿Qué hace la vitamina D?

Su estructura es esteroidea de donde se explica su actividad hormonal. Entre sus funciones más destacables encontramos: aumenta la recuperación (reciclaje) de calcio y fosfatos en el riñón que no será expulsado en la orina, aumenta la entrada de calcio en el organismo a través del intestino (calcio de la dieta), interviene de forma decisiva en el equilibrio dinámico de formación y destrucción de nuestros huesos (recordemos que al finalizar el crecimiento nuestros huesos se renuevan por lo que se conoce como remodelado óseo mediante el cual se cambia “hueso viejo” por “hueso nuevo” simultáneamente en un punto concreto). Existen seguramente muchas otras funciones, algunas de las cuales ya están en estudio en relación a campos tan importantes como el cáncer, el corazón ó la inmunidad. Quizás en un corto periodo de tiempo estas funciones sean tan conocidas y cotidianas como las relacionadas con el hueso, pero lo que está claro es que queda mucho por descubrir y que mientras tanto lo más sensato parece ser mantener unos niveles fisiológicos de vitamina D adecuados.

¿Paratohormona? ¿Calcio? ¿Fosfatos? ¿Calcitriol? Cuando me hablan de todo esto me pierdo…

Es natural perderse un poco en el equilibrio que mantienen todos estos elementos, moléculas y hormonas. A continuación explicaremos de forma esquemática como interviene cada uno y lo único que tiene que hacer el lector es escribir en un folio cada nombre y unirlos con flechas según nuestro esquema poniendo en la flecha “aumenta” ó “disminuye” según el caso. Es un pequeño ejercicio que definitivamente ayudará a entenderlo mucho mejor:

  • La paratohormona (hormona paratiroidea): estimula la producción de calcitriol (vitamina D activa que más abunda y nos interesa). Estimula la recuperación de calcio en el riñón y la salida del calcio del hueso.
  • Calcio y fosfato: niveles altos en sangre disminuyen la liberación de paratohormona y por lo tanto la producción de vitamina D activa. Niveles bajos estimularan la liberación de paratohormona y por lo tanto la producción de vitamina D activa. Si los niveles suben por encima de lo considerado normal el tiroides libera calcitonina que impide la salida de calcio del hueso y la recuperación de calcio en la orina.
  • Vitamina D activa: La presencia de niveles altos disminuye su propia producción y la presencia baja la estimula. Estimula la recuperación de calcio en el riñón y la salida del calcio del hueso. Estimula la absorción de calcio y fósforo de la dieta en el intestino.

A modo de ejemplo:

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Para terminar de entender este equilibrio debemos saber que la paratohormona tarda minutos en actuar y la vitamina D activa horas.

Deficiencia y enfermedad:

Enfermedades como el raquitismo, osteomalacia son ejemplos de deficiencia extrema de vitamina D y la tan conocida osteoporosis cuyo origen se ha relacionado a deficiencia de calcio ó de vitamina D pero no de forma tan extrema aunque si prolongada en el tiempo debido a varios posibles factores como: zonas de poco sol por clima ó contaminación ó abuso de ropas de abrigo y filtros solares, dieta desequilibrada, envejecimiento ó enfermedad que impida una absorción suficiente de vitamina D a nivel intestinal, aumento de las pérdidas de la vitamina, aumento de las necesidades corporales de vitamina D por la razón que sea ó disminución de la producción en el piel por envejecimiento ó patología determinada.

¿Dónde encuentro la vitamina D?

Los alimentos donde encontraremos esta vitamina son pescaos azules (grasos) como el salmón, la caballa, el atún, el bacalao, boquerones, sardinas…y en el huevo, carne y lácteos.

Antes de suplementar sin control con complejos vitamínicos que podrían no ser necesarios ó alimentos extraños y exóticos que prometen soluciones muchas veces sin fundamento científico ni control del contenido real de vitamina D que aportan debemos acudir a nuestro nutricionista y/o médico para que nos aconsejen o deriven a quien pueda solucionar nuestros problemas ó inquietudes. Por lo pronto si no se da ninguna de las posibles causas anteriormente expuestas de deficiencia de la vitamina, es suficiente con llevar una dieta variada, equilibrada y moderada como por ejemplo la dieta mediterránea. Los alimentos donde la encontramos no son muchos como hemos visto, por lo que es fácil no ingerirla en cantidad adecuada si no nos acostumbramos a comer esos alimentos ó algún test de los que se han puesto de moda, cuyos resultados se traducen en la restricción de uno ó varios grupos de alimentos sin ningún rigor científico, nos indica que no debemos comerlos para adelgazar ó que no nos duela la cabeza, sin consultar por ejemplo con un alergólogo, endocrino u otro especialista competente. No parece sensato dictar a un paciente ambulatorio al que no vas a ver posiblemente nunca más que no coma un grupo alimentario entero (lácteos, pescados…) y menos sin darle una opción alimentaria para cubrir los componentes de los alimentos que le restringes, cosa que un nutricionista podría solucionar si se le consultara.